Dice el pecador:
«Ser impío lo llevo en el corazón.»
No hay temor de Dios
delante de sus ojos.
Cree que merece alabanzas
y no halla aborrecible su pecado.
Sus palabras son inicuas y engañosas;
ha perdido el buen juicio
y la capacidad de hacer el bien.
Aun en su lecho trama hacer el mal;
se aferra a su mal *camino
y persiste en la maldad.
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