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Eclesiastés 9: Un destino común
Me fijé que en esta vida la carrera no la ganan los más veloces, ni ganan la batalla los más valientes; que tampoco los sabios tienen qué comer, ni los inteligentes abundan en dinero, ni los instruidos gozan de simpatía, sino que a todos les llegan buenos y malos tiempos.
Más se atiende a las palabras tranquilas de los sabios
que a los gritos del jefe de los necios.
Vale más la sabiduría
que las armas de guerra.
Un solo error
acaba con muchos bienes.
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