Salmos 44: Oh Dios, nuestros oídos han oído

¡Despierta, Señor! ¿Por qué duermes?
¡Levántate! No nos rechaces para siempre.
¿Por qué escondes tu rostro
y te olvidas de nuestro sufrimiento y opresión?

Salmos 43: ¡Hazme justicia, oh Dios!

¿Por qué voy a inquietarme?
¿Por qué me voy a angustiar?
En Dios pondré mi esperanza,
y todavía lo alabaré.
¡Él es mi Salvador y mi Dios

Salmos 42: Cual ciervo

¿Por qué voy a inquietarme?
¿Por qué me voy a angustiar?
En Dios pondré mi esperanza
y todavía lo alabaré.
¡Él es mi Salvador y mi Dios!

Salmos 41: Dichoso el que piensa en el débil

Pero tú, Señor, compadécete de mí;
haz que vuelva a levantarme
para darles su merecido.

Salmos 40: Puse en el Señor toda mi esperanza

Dichoso el que pone su confianza en el Señor
y no recurre a los idólatras
ni a los que adoran dioses falsos.
Muchas son, Señor mi Dios,
las maravillas que tú has hecho.

Salmos 39: Me dije a mí mismo

Y ahora, Señor, ¿qué esperanza me queda?
¡Mi esperanza he puesto en ti!
Líbrame de todas mis transgresiones.
Que los *necios no se burlen de mí.

Salmos 38: Señor, no me reprendas en tu enojo

Señor, no me abandones;
Dios mío, no te alejes de mí.
Señor de mi salvación,
¡ven pronto en mi ayuda!

Salmos 37: No te irrites a causa de los impíos

Confía en el Señor y haz el bien;
establécete en la tierra y manténte fiel.
Deléitate en el Señor,
y él te concederá los deseos de tu corazón.

Salmos 36: Dice el pecador

Dice el pecador:
«Ser impío lo llevo en el corazón.»
No hay temor de Dios
delante de sus ojos.
Cree que merece alabanzas
y no halla aborrecible su pecado.
Sus palabras son inicuas y engañosas;
ha perdido el buen juicio
y la capacidad de hacer el bien.
Aun en su lecho trama hacer el mal;
se aferra a su mal *camino
y persiste en la maldad.

Salmos 35: Defiéndeme, Señor

Pero lancen voces de alegría y regocijo
los que apoyan mi causa,
y digan siempre: «Exaltado sea el Señor,
quien se deleita en el bienestar de su siervo.»

Con mi lengua proclamaré tu justicia,
y todo el día te alabaré.

Salmos 34: Bendeciré al Señor en todo tiempo; mis labios siempre lo alabarán.

Engrandezcan al Señor conmigo;
exaltemos a una su nombre.

Salmos 33: Canten al Señor con alegría

Alaben al Señor al son del arpa;
entonen alabanzas con el decacordio.
Cántenle una canción nueva;
toquen con destreza,
y den voces de alegría.

Salmos 32: Dichoso aquel a quien se le perdonan sus transgresiones

Pero te confesé mi pecado,
y no te oculté mi maldad.
Me dije: «Voy a confesar mis transgresiones al Señor»,
y tú perdonaste mi maldad y mi pecado. Selah

Salmos 31: En ti, Señor, busco refugio

Pero yo, Señor, en ti confío,
y digo: «Tú eres mi Dios.»
Mi vida entera está en tus manos;
líbrame de mis enemigos y perseguidores.

Salmos 21: En tu fuerza, Señor

El rey confía en el Señor,
en el gran amor del Altísimo;
por eso jamás caerá.

Salmos 20: Que el Señor te responda cuando estés angustiado

Éstos confían en sus carros de guerra,
aquéllos confían en sus corceles,
pero nosotros confiamos en el nombre
del Señor nuestro Dios.

Salmos 19: Los cielos cuentan la gloria de Dios

Libra, además, a tu siervo de pecar a sabiendas;
no permitas que tales pecados me dominen.
Así estaré libre de culpa
y de multiplicar mis pecados.

Salmos 18: ¡Cuánto te amo, Señor, fuerza mía!

El Señor es mi roca, mi amparo, mi libertador;
es mi Dios, el peñasco en que me refugio.
Es mi escudo, el poder que me salva,
¡mi más alto escondite!

Salmos 17: Oración de David

Cuídame como a la niña de tus ojos;
escóndeme, bajo la sombra de tus alas,
de los malvados que me atacan,
de los enemigos que me han cercado.

Salmos 16: Una herencia escogida

Me has dado a conocer la senda de la vida;
me llenarás de alegría en tu presencia,
y de dicha eterna a tu derecha.